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viernes, 11 de enero de 2013

Historia : Cartas Perdidas.

En un tiempo lejano.. en dirección al oeste, cruzando montañas y mares existe una colonia de personas ajenas a toda civilización moderna.

Era la tribu de los Taku Maku, una tribu situada a mil millas de toda población industrial, situada en los montes mas altos jamas existentes donde el paso humano nunca ha sido nada negativo, donde los arboles crecen hasta tocar el mas bello cielo y los animales se relacionan con total tranquilidad. Existe un muchacho, joven  y revoltoso, con el pelo castaño y arrugas en los dientes, flaco y poco nutrido pero con sinceridad en la mirada. Como única familia tenía a su amo, un viejo chaman loco y cascarrabias que respondía al nombre de Qüeg, era antisocial y no se relacionaba muy a menudo con la gente de su poblado.. no hacía mas que ir de casa a la montaña y de la montaña a casa, aunque fuera un hombre poco social era sabio y muchas personas procedentes de aldeas próximas se acercaban caminando varios kilómetros por el sendero que les separaba de la aldea de aquel chaman.

Nuestro joven se encontraba en aquellas tristes tardes de verano jugando con un joven huargo el cual había encontrado semanas pasadas, este huargo de piel blanquecina no se camuflaba muy bien con el aspecto árido y seco de lo que eran las tierras próximas de la aldea en aquellos momentos, nuestro joven sospechaba que el huargo se había perdido semanas atrás de su madre y que desconcertado se había encontrado con el y se había imprimado de tal manera que ya no podía separarse de nuestro joven. Nuestro compañero de viaje, es decir el pequeño muchacho respondía por el nombre de Helios. Jugaba a tirarle un hueso de un rinoceronte que habían cocinado la noche pasada, el huargo iba y venia con total felicidad trayendo el mismo hueso una y otra vez. El huargo al cual puso de nombre Panontes, era un fiel amigo, cuando lo miraba le recordaba constamente a el mismo viéndose como un huargo solitario abandonado por todos y rechazado por la misma suerte.

Helios tenía una edad de apenas 156 meses lunares lo que correspondería en años solares, aproximadamente, unos 12 años. Eran un joven bastante revoltoso, sufría de una constante curiosidad lo que le había llevado a unas innumerables aventuras. Helios tenia el sueño de que cuando fuera mayor viajaría a las Tierras mas halla de la frontera donde los viejos sabios cuentan historias que albergan monstruos que escupen fuego y bestias enormes que se comerían a una persona en cuestión de segundos, pero Helios no les temía, decía que todo hombre en alguna ocasión de su vida tenía que enfrentarse con una bestia insuperable, para poder saber que todo el tiempo que lleva caminando lo ha hecho correctamente. Helios no podía irse de un día para otro pues era esclavo, no tenía  ni padre ni madre y fue encontrado, echado en el suelo tiritando por el frió de una gélida noche, en una cesta a medio podrir. Su dueño, por haber otorgado 3 cabras y 2 cerdos, era Qüeg el cual a una edad de 40 años se sentía ya basante viejo.

Pero a Helios no lo encontró Qüeg, lo encontró una mujer... la mujer que lo encontró lo escondió de todos los hombres de la aldea pues lo habrían definido como una superstición de mala suerte y lo habrían sacrificado a sus dioses para las buenas cosechas y para los buenos años siguientes. El niño ahora cálido en su hogar dormía plácidamente  pero ella no veía por ninguna parte algo que lo identificara o que por lo menos dijera cual era su nombre, la mujer haciendo ironía a la vida le coloco el nombre del dios griego del sol, Helios. Lo crío como un hijo hasta la edad de 1 año, hasta que una terrible tormenta hizo que la señora tuviera que hospedar a 2 hombres en su humilde morada, la señora era amable y les invito a cenar. Se sentaron todos en la mesa, ella intentaba hacer todo el ruido posible para que no escucharan los gritos de hambre del pobre Helios. Cocino patatas con cebolla una comida pobre y sin sabor que habia aprendido de su madre, tomaron un te y discutieron sobre como el temporal habia cambiado en aquellos meses de otoño. La mujer con muy buenos modales les intuyo que estaba cansada he hizo el gesto de irse a dormir, los hombres la siguieron y cada uno se fue a su respectiva habitacion.

Entonces uno de ellos ya hacía plácido en los brazos de Morfeo cuando una ruido extraño y perturbador lo despertó, era Helios que pedía a gritos una gota de leche. La mujer a pesar de todo, intento con todos sus esfuerzos  que Helios se callara cantándole una canción de cuna pero ya era tarde el hombre ya hacía apoyado en el borde de la puerta mientras la miraba con un aire de superioridad.

- Por favor, no se lo digas nadie, por favor, él es mi vida.. no podría vivir sin él.

El hombre sin hacer gesto alguno volvió al interior de la habitación, y se volvió a acostar. La mujer miro a Helios y lloró de la emoción dándole un abrazo con todas sus fuerzas. Al día siguiente, en la misma mañana apareció un grupo de 4 personas entre ellos estaba : Qüeg, los dos hombres que durmieron la pasada noche que se llamaban Ernil y Theron y la mujer de Theron, la mujer cogiendo a Helios atravesó la casa lo mas rápido que pudo y encerrándose en su habitación con llave se puso a llorar, escondió a Helios en un armario y rezó para que no lo encontrasen, le beso la frente y cerrando el armario lentamente le susurró :

- Te quiero Helios.

Los hombres intentaban entrar en la habitación de todas las maneras posibles, y dando patadas y puños se abrieron paso rompiendo la frágil cerradura. Therón y Ernil se encarnaron con la pobre mujer violándola una y otra vez, uno tras otro, mientras Qüeg observaba todo medio encorvado desde el final de la habitación, la mujer de Therón busco joyas y alimentos algo con lo que se pudiera realizar un trueque hasta que por fin, en el peor de los momentos, abrió aquel armario y se encontró con un pobre bebe de apenas 13 meses lunares, y eso señores, era el material mas valioso para el trueque.
La mujer lloró y lloró pero los grandes sabios no estaban a favor de la muerte de uno de sus miembros así que sintiéndolo mucho la obligaron a marcharse a Tierras mas halla de la frontera. En el momento de la subasta de Helios muchos apostaron, pues tener un esclavo era lo mas útil en esas tierras, pero nadie apostó tan alto como el propio Qüeg.

Así que Helios estaba encadenado a esta civilización, hasta que su amo Qüeg no le liberara.

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