googleec0300c30f0b2b44.html Indígena de la tierra.: 2013

martes, 17 de diciembre de 2013

Ayer noche.

Ayer noche, en mi habitación tuvo lugar un combate digno de presenciarse en los coliseos de la antigua Roma. Ya había la Luna bañado toda la ciudad con sus cortinas de plata cuando sin quererlo y en un viaje de codicia del saber abrí un libro, por ahora desconocido para mi. Fahrenheit 451 ¡Qué curioso!-pensé. El libro lo había escuchado antes y con mis antecedentes lecturas como son “Un mundo feliz” o “1984” no tardó en embaucarme la novela al completo. Yacía ya a su merced, leí el prólogo en los primeros cinco minutos, me quede completamente enamorado de Ray Bradbury de su forma de ser y de pensar. El modo que dio a luz a la novela fue un modo pobre y partiendo del barro con una maquina de escribir que estaba dispuesta en la biblioteca en la cual había que introducir una moneda de diez centavos para utilizarla media hora. ¡Cuánto conocimiento inútil se aprende al cabo de los años! Seguro que este dato es una de las cosas que a mi nunca se me olvidaran. Termine el prólogo con bastante presteza y ya embaucado en la vida y el nacimiento de tal novela me dispuse a leerla con bastante ansia. No se si llevaba ya cincuenta o sesenta hojas cuando el combate dio lugar. Hasta aquel momento estaba estimulando mi lectura con canciones de Jake Bugg, Bob Dylan o The tallest man on Earth. Volvamos al interior de mi habitación en el que tuvo lugar tal batalla. Morfeo, con armadura de cota de malla, reluciente, y encima de un precioso caballo blanco hace ofrenda de su belleza y de su fuerza, irrumpiendo con su corte por la puerta de mi habitación. No le presto atención, Bradbury todavía es mi dueño y tiene captada toda mi atención. Pero cuanto mas y mas intento acercarme a Bradbury más esclavo soy de Morfeo. Como el que tiene ángeles de distinta moral en cada uno de los hombros yo tenía a un escritor en una y a un dios en al otra. “¡Apártate de mí, todavía no quiero irme a dormir!”-grité a Morfeo que hasta entonces estaba bastante seguro que acabaría cediendo. Y en un intento mas, leí creo que fueron diez páginas, cuando mi cabeza fue a dar contra el escritorio de mi habitación. Parece ser que Bradbury no tuvo tanta fuerza como Morfeo. Me dormí en el escritorio de mi habitación leyendo una novela. Creo que es lo mejor que me ha pasado en los últimos meses. Aunque ante el hecho de que Bradbury perdiera el combate ayer noche no ha impedido que me despertara a las ocho de la mañana, me preparase una buena taza de café y ante la luz de una lámpara siguiese leyendo aquella maravillosa novela hasta el fin. Ahora creo, que Morfeo me vuelve a llamar. Habré dormido apenas unas horas, por ser bastante generoso. Mi cuerpo necesita descansar.

Buenas noches. 

viernes, 29 de noviembre de 2013

Once upon a time

>>Bienvenidos a un día normal en la vida normal de Normus. Despertaba temprano a la salida del Sol por el edificio de la compañía Confort, se dirigía al baño y se daba una ducha con el agua a una temperatura de 50º C. Se vestía entonces con el mismo traje de siempre, una americana gris con el pantalón a juego sobre una camisa blanca y una corbata completamente negra que estaba a juego también con sus zapatos. Desayunaba entonces colocándose la corbata hacia atrás y en su lugar una servilleta, era muy meticuloso con la suciedad de su ropa, aunque tuviera diez pares de camisas iguales en el armario. Desayunaba todas las mañanas dos tortas de maíz y un vaso de leche caliente. Colocaba los platos en el lavavajillas y colocaba la temperatura exacta para que no existiera microbio alguno cuando fuera a comer la semana siguiente con el mismo plato. Se dirigía de nuevo al baño para lavarse los dientes. Se centraba en que parecieran los más blancos posibles. Al enjuagarse la boca y escupirlo en el lavamanos alzó la mirada y se vio a si mismo en el espejo. Aquella mirada inexpresiva. Aquel mismo rostro de hace veinte años de mirada seca y apagada. De color verde se tornaban a medio abrir. Se limpiaba entonces la cara con una toalla y abandonaba a la única compañía que tenía en el hogar. Su reflejo.

Iba al trabajo en chofer. No le gustaba juntarse con la gente de a pie para ir al trabajo aunque ello le acarreara una escasez de dinero bastante notable al final de mes. Era el precio del éxito se repetía continuamente. Al llegar a su oficina saludaba a Dorman, su conserje. Dorman era con la única persona con la que hablaba a lo largo del día aunque solo fuera para decir hola y adiós. Al llegar a su oficina, rectangular como de costumbre, se encontraba en su mesa de aluminio el informe y las llamadas que debía de realizar a lo largo del día. Se servía un vaso de leche caliente y trabajaba durante el largo turno de la mañana. A la hora del almuerzo solía comer dos muslos de pollo a la plancha con un salteado de verduras. De postre una fruta. Al terminar el almuerzo se tumbaba a la sombra de algún árbol que hubiera en el área de relajación de la oficina. Aunque su descanso solo duraba una hora sabía aprovecharlo con bastante sabiduría. Al volver de nuevo a la oficina se encontraba con un informe distinto y otros números distintos que tenía que llamar por la tarde. Normus, se servía otro vaso de leche caliente y realizaba felizmente el trabajo durante toda la tarde. Al atardecer, cuando el sol se pierde entre las montañas terminaba el estresante trabajo de Normus. Cofier, su chofer, le esperaba al pie de la montaña de escaleras que tenia la oficina en su entrada. Al subir al coche Cofier siempre le saludaba por motivos de modales pero Normus nunca le contestaba, simplemente se regía a mirar las estadísticas de las apuestas del partido de anoche. De vez en cuando durante el viaje Cofier podía escuchar a Normus maldecir y gritar en la parte trasera, aunque le sacaba una sonrisa, conocía la actitud y el modo de ser de Normus por lo cual si le hacia una sugerencia él nunca le contestaría, ni siquiera se dignaría a mirarle.

Llevaba a casa feliz o triste  dependiendo de la tabla de estadísticas. Encendía el ordenador madre y revisaba su contestador de voz, cero llamadas, como de costumbre.

  

Abría la nevera y esquivando latas de cerveza cogía del fondo del frigorífico un tetrabrik de leche. Desconocía el motivo por el cual aquellas latas de cervezas llevaban ya meses en su frigorífico. “No recuerdo haberlas comprado” Se repetía sin cesar. Lo que restaba de tarde se la pasaba viendo videos de animales, era su pasión escondida. De pequeño, Normus, quería ser biólogo marino, estudiar todos los animales que escondía el océano y navegar junto a un grupo de delfines a lo largo de costas caribeñas. Quería ver con sus propios ojos una ballena azul e ir al polo sur a conocer a los pingüinos. Quería que las gaviotas le despidiesen en puerto y al volver le saludasen sin preocupación alguna. La vida en el mar, esa era su futura vida. Pero de repente deja su ensueño y vuelve dentro de la habitación. El sonido perturbante del televisor sin ninguna programación. Su vista había cambiado, había vuelto a ser el niño de aquellos años que soñaba con surcar el mar. Se veía a si mismo entre la desfigurada pantalla como un gran capitán de navío. Pero volvía a la realidad, un tono agudo marcaba que la comida del horno estaba preparada. Cenaba. Tomaba otro vaso de leche y se acostaba a dormir para que la noche trajese consigo un día exactamente igual al anterior.>>

martes, 12 de noviembre de 2013

Mi pequeño hogar.

Echo de menos mi casa blanca y me calle corta.
El Sol del invierno, los pájaros de mi terraza,
mi perro ladrando.

Echo de menos las numerosas visitas al día
de parte de familiares.
Y también el sentir el paso del tiempo.

Me siento congelado, me siento parte
de un agua estancada.
Aunque surja la vida, no es la que quiero.

Leyendo, creo viajar de nuevo a mi casa blanca,
pequeña y vieja.
¿Quién me diría hace diez años que te echaría de menos?

Cuando sueño, creo despertar en mi vieja habitación,
y recorro los pasillos de mi casa con los ojos cerrados.

Te echo de menos, vieja, pequeña, especial, translucida,
y portadora de vida casa blanca.

martes, 1 de octubre de 2013

El joven pastelero.

En una calle olvidada, entre una zapatería y una tienda de abrigos se encuentra la tienda de un joven pastelero. Sus pasteles son famosos, toda la gente de la ciudad, tanto nobles como pobres, disfrutaban de lo deliciosos que eran:

-¡Que pasteles más ricos, son creados en el horno de dios!- dice un medico gordinflón.

-No coma tantos o un día necesitara un medico que le cuide a usted- le contestó el joven pastelero entre carcajadas.

-No diga tonterías pastelero. Por que no me pones para llevar seis pasteles de crema, tres de mantequilla de cacahuete y otros cinco de mermelada de arándanos y canela.

-No puedo, tengo que guardar un poco para los niños del orfanato. Ayer les prometí que les llevaría sin falta una docena de mis mejores pasteles.

-Joven pastelero, como siga así se va a morir usted pobre-dijo el medico mientras se marchaba torpemente por la puerta de la tienda comiéndose mientras tanto un pastel de fresa y caramelo.

El pastelero cerro la puerta al salir el medico y echo la cerradura para poder así prepararse para ir al orfanato. Cuando anochecía el joven pastelero se dirigía a las zonas pobres de la ciudad para regalar sus tan venerados pasteles. Los niños corrían detrás de su carreta, mientras cantaban: "Joven pastelero, joven pastelero nuestra hambre necesitamos saciar, denos pasteles que ni siquiera necesitemos masticar" Desde los más grandes que tenían bebes a sus espaldas a modo de saco de patatas, hasta los mas pequeños de cinco años que corrían como una jauría de perros nublando las calles con el polvo que producían sus pies descalzos al tocar el suelo, todos reían al paso de la carreta.

Los padres de familia sentados en el atrio de sus humildes casas saludan al pastelero mientras fuman tabaco negro en su vieja pipa. Algunos ancianos se entretienen jugando una partida de cartas en mitad de la calle con un barril a modo de mesa. El pastelero recorre las calles y una gran nostalgia le llena todos sus pensamientos. Hacia ya diez años que se marchó de aquel lugar, pero siempre guardaba un sitió para su infancia en su memoria:
       Su madre preparando la masa con la que ahora, famosa ya, el realizaría sus pasteles. Su anciano padre sermoneándole debido a que pasaba mas tiempo en la cocina, con las mujeres aprendiendo a cocinar, que leyendo un libro sobre leyes o matemáticas. "Si quieres llegar a ser alguien mas vale que te pongas a estudiar aritmética o estudies abogacía como lo hace tu hermano pequeño.." Le replicaba sin parar mientras que con su mano, mas dura que una piedra debido a su trabajo como minero, le azotaba en el trasero. Sus hermanas pequeñas, gemelas las dos, no paraban de gastarle pesadas bromas y le trataban como si fuera una mujer debido a su vocación como cocinero. También a su hermano, un año mas joven que él, que estudiaba desde muy pequeño para ser un gran abogado y poder defender a los grandes nobles de la ciudadela o incluso, quien sabe, a lo mejor a un descendiente de la reina, con sangre azul. Pero sin duda a la que mas recordaba era a su madre.

"Me enseño todo lo que sé" Pensó el pastelero hacia sus adentros intentado a su vez  no llorar.

 En la única fuente que había en la zona estableció su carreta y con los últimos rayos de sol, que pasaban rozando su cabeza, colocó un par de farolillos para poder ver después, cuando la oscuridad se adueñara de todo. No tardaron en llegar, pues no estaban lejos, los primeros niños corriendo. Se apresuro para cerrar la carreta y colocar una tabla. "Vuelvo en breve" Cogió una cesta con un montón de pasteles y se adentró por las callejuelas de la ciudad. Llego a una vieja y humilde casa que apunto estaba de derrumbarse de no ser por los arreglos que habían realizado el y un carpintero años atrás. Cuando entró, tres niños encapuchados con sombreros y apuntando con palos a modo de pistolas le pidieron a cambio de su vida los pasteles. El joven pastelero riéndose dejo la cesta en el suelo y subiendo las manos pidió clemencia. De repente en el fondo del pasillo apareció una mujer con un bastón tan encorvado como su cadera.

-¿Creéis que esta es forma de tratar a nuestro invitado?

-No hay piedad con forasteros-dijo un niño, mientras se sujetaba el sombrero con una mano en forma de saludo.

-Pero si asesináis al joven pastelero, ya nadie mas hará esos deliciosos pasteles que tantos os gustan-replicó la pobre anciana siguiéndoles el juego.

Un niño dudo por un segundo y al temblar su mano el joven pastelero vio su oportunidad, agarro al niño por la mano, robándole al instante su poderosa arma. Sujetándole a la altura del hombro y todavía de rodillas, les pidió al resto de asaltantes que bajaran sus armas. Era una situación muy tensa, los ojos de los asaltantes se cruzaban sin parar comunicándose mentalmente, no hacia falta hablar.

-De acuerdo, bajaremos nuestras armas, pero los pasteles nos los quedaremos hasta que no sueltes a nuestro compañero.

Fue una transacción bastante limpia. Al instante que el joven pastelero soltó al asaltante los otros dos le devolvieron sus pasteles. Juntos, los tres, salieron corriendo por la puerta que daba a un gran salón disparando a indios imaginarios. La anciana, pidiendo perdón se acerco al joven pastelero:

-¿Bromeas? No me lo pasaba tan bien desde mi cumpleaños-dijo el pastelero riéndose.

El joven pastelero le entrego los pasteles que tantas ganas tenían los pobres huérfanos por comer.

-Mañana traeré muchos mas, debido a un último pedido solo he podido conservar estos. Pero te aseguro que mañana madrugare para poder traerte tantos pasteles como niños duermen aquí.

-Muchas gracias, pastelero. No se como agradecerte lo que haces por estos pobres huérfanos.

-No tienes porque agradecerme nada, con su gratitud y su felicidad me es mas que suficiente.

La anciana besó catorce veces al joven pastelero que al instante salio mareado del fuerte perfume que usaba. Al salir de la casa, respiro profundamente y con la espiración sintió como parte de su felicidad se quedaba en aquella casa. Se dirigió igualmente feliz a la plaza donde se hallaba una multitud cuantiosa esperando sus pasteles. Los niños mayores se habían colocado a sus espaldas a los mas pequeños para que así el joven pastelero les diera con mas facilidad mas pasteles. Vio con claridad como a la mayoría de niños se les marcaba las costillas y los hoyuelos, e incluso sus rodillas eran mas gruesas que sus muslos. No podía entender como aquel hermano mayor, con aquellos flacos brazos y esa frágil espalda podía mantener al niño. Al instante el joven pastelero se coloco su deslumbroso gorro blanco, que tanto le caracterizaba, y se dispuso a repartir todos los pasteles que había traído que si tenia bien la cuenta seria unos trescientos. Repartió primero sus famosos bollos de caramelo, fresa, y viruta de colores, desapareciendo en apenas unos segundos treinta y cinco pasteles. El hambre no quitaba la generosidad; los mayores que ya tenían pasteles dejaban hueco para los pequeños que se situaron atrás debido a su estatura. Todos y cada uno de los niños recibió un pastel. Todos eran felices, en aquella hora y en aquel lugar olvidaban por un segundo su pobreza para ser lo que eran, simplemente niños.

Al terminar de repartir todos sus pasteles se dispuso a cerrar su carreta, la cual se abría por un lateral. Debía de recoger también el gran mantel pintado en el cual ponía "Pasteles de la felicidad". Ya había recogido el mantel y se disponía a cerrar la carreta cuando oyó llorar a un joven niño. Se giró atormentado, no se lo podía creer, había traído demasiados pocos pasteles. Cerró con rapidez la carreta y se giró para ayudar al pobre niño.

-¿Porqué lloras joven niño? Dime, si tu desdicha es un pastel, te prometo que mañana con la primera luz del día, antes de que cante el primer gallo, tendrás el mas rico y mas sabroso que jamás hallas probado.

-No es un pastel lo que busco, joven pastelero, sino una cura para mi madre que lleva en cama mas de una semana. No se cura y esta muy enferma-dijo el niño secándose las lágrimas con el harapo que tenía como camisa que hacia a su vez de pantalón, pues sus piernas iban desnudas desde la punta de sus dedos hasta donde terminaba la camiseta.

-Conozco a un medico muy bueno. Es un gordinflón muy hablador, pero sé que es de los mejores que puedes encontrar en la ciudad. Es muy buen amigo mio y se que por un par de pasteles sería capaz de curar a tu madre.

-¿Enserio, joven pastelero?¿Hablas enserio?-dijo el niño echándose a llorar a los brazos del joven pastelero.

El joven pastelero, echo a llorar debido a la emotividad de aquel abrazo. Sintió, también, al instante, el insoportable y penetrable olor del niño, que debía llevar sin ducharse desde la primavera pasada. Pero aún con nauseas mantuvo su abrazo durante un gran rato y aunque no lo comprendía era feliz.

Subió al niño a su carreta, la cual inundo con agua y jabón, y echó,como quien echa a un perro a lavarse, al pobre niño dentro que daba vueltas por toda la carreta debido a los baches del viaje.

-Tardaremos muy poco en llegar a la casa del medico-le dijo el pastelero sonriendo, dando al instante azotes a sus dos caballos para que fueran mas rápido por la calzada.

Las ruedas de las carretas parecían que en cualquier momento iban a salir disparadas en cualquier dirección, los caballos jadeaban del cansancio y el niño gritaba clemencia en el interior de la carreta. De repente los caballos frenaron en seco y el niño fue a dar contra la madera que impedía que el agua diese al pastelero. Por un rejilla que había asomo el pastelero su cabeza.

-¡Aprisa, el medico tiene que estar apunto de irse a dormir!

El pastelero dejó al niño un saco de harina vacío a modo de ropa ya que la otra estaba llena de chinches y pulgas. Y juntos, corrieron a la puerta del medico. Aporrearon la puerta como si un demonio les persiguiera y al instante una voz grave pero femenina se oyó desde lo que parecía la sala de estar.

-¿Quiénes sois y por que aporreáis mi puerta de esa manera?

-Buenas noches señora, perdone mis modales pero necesito hablar con su marido urgentemente.

-Mi marido se ha ido a dormir, si no le importa venir mañana, le estaríamos agradecido.

-Perdone, pero esto no puede esperar. Dígale que tendrá cuántos pasteles quiera, que yo mismo se los haré.

De pronto, rompiendo el silencio de la casa, se escucho un estruendo, como si un piano se cayera desde un segundo piso. El suelo retumbaba y parecía como si una estampida de elefantes se acercase hacia ellos. Entonces, y en calzoncillos, apareció el medico en lo alto de la escalera.

-¿Serán todos los que yo quiera?

-Todos-respondió el joven pastelero.

-Mujer tráeme mi maletín voy a colocarme algo encima. También traeré algo de ropa para ese pobre muchacho.

-Pasen, pasen-dijo la mujer del medico-Niño, ¿Quieres un chocolate caliente? Es traído de las Américas.

-S.. Sí.-respondió el niño tartamudeando. Nunca había probado el manjar de las américas y estaba a punto de probarlo y además no tenía que pagar por ello. "¡Que buena es la gente de la alta sociedad!" pensó.

Cuando se disponía a probar el manjar apareció el medico por el pasillo con un atuendo mas de su profesión: un traje negro, encima de una camisa blanca y una corbata de seda proveniente de las indias además de un bonito pantalón beis sobre unos zapatos limpios negros que brillaban a la luz de las velas.

-¿Hacía dónde tenemos que ir joven pastelero?¿A quien tengo que curar?

-A la madre de este pobre muchacho. Es en el barrio pobre de la ciudad, espero que no le importe.

-Eso aumentara el número de pasteles que le pediré mañana. Pero no importa, vayamos entonces, que no digan que nos demoramos por mí.

Cogió el medico al pobre niño por los hombros y le coloco encima una camisa blanca y unos pantalones negros, aunque le quedaban grandes era la primera vez que el niño sentía que llevaba puesto ropa realmente limpia.

Subieron los tres a la carreta, por la parte de adelante. El medico al subirse observó por la rejilla el agua mugrienta que yacía en el interior de la carreta. Con cara de espanto miro a sus dos compañeros los cuales miraban sin girar la cabeza hacia en frente con un tono sonrojado en las mejillas.

Llegaron a la casa del niño cuando la Luna se situaba en sus cabezas. Los búhos rompían el silencio con sus tenebrosas voces. Al llegar, el pensamiento que les vino a la cabeza al medico y al pastelero fue la misma: Aquella mujer debía de padecer la peste.

Al entrar en la habitación el muchacho entro primero corriendo, postrándose en una cama en la cual yacía un cuerpo seco, deshidratado y con la mirada perdida.

-Madre, este hombre ha venido a curarte-decía el niño sujetando su huesuda muñeca.

-Aparte por favor al niño, sáquelo de la habitación. Necesito concentrarme para saber rápidamente con que enfermedad trato.

El pastelero le dio la razón. Pasaron horas interminables para ambos. Esperaban en el pasillo mientras el niño le contaba al pastelero miles de historias que había vivido su madre cuando era joven. En una de ellas le contó que su madre fue a la guerra y que lucho por una corona que no era la de su casa y que supuestamente era su enemiga. En otra le contó que se enamoro de un marinero italiano que surcaba los mares del norte en busca de grandes ballenas y que le decía que aquel era su padre. "Hijo de un marinero, se puede estar mas orgulloso" le decía continuamente el niño al pastelero.

Al mismo tiempo de aparecer el primer rayo de sol por la ventana también apareció el medico por el pasillo. Su cara mustia y apagada no parecía traer buenas noticias.

-Vivirá, pero no por mucho tiempo-le dijo al oído el medico al pastelero.

La mirada del pastelero fue a parar al pobre muchacho el cual sobrecogido no sabía que respuesta esperar. Las lágrimas brotaron del pobre muchacho, al oír aquella terrible noticia. El pastelero se quedo abrazándolo durante varias horas después del que el medico se fuera a descansar a su casa. Aquel día el pastelero no fue a trabajar, aunque recordó varias horas después su promesa con el orfanato, sabia que debía quedarse con aquel pobre niño. La mañana ya iluminaba la cara de las gárgolas en la catedral de la ciudad, aunque un mundo de sombras y lágrimas aún tenían hueco en aquella humilde casa.

Aunque la esperanza que le dio el medico a la mujer de vida fue de apenas tres meses, no solo vivió mas, sino que alcanzó la vejez. Nadie nunca supo porque, pero todo el mundo cree que además de felicidad, también trajeron vida aquellos pasteles que traía sin cesar el joven pastelero a la zona pobre de la ciudad. Murió bastante viejo, y debido al amor que repartió, en su honor en el centro de la única plaza de aquella zona de la ciudad, ahora ya vieja, se mantiene inderrumbable una estatua de un joven pastelero con su carreta.

Fin.






lunes, 23 de septiembre de 2013

Poema de Mario Benedetti.

Táctica y Estrategia.

Mi táctica es 
mirarte 
aprender como sos 
quererte como sos 

mi táctica es 
hablarte 
y escucharte 
construir con palabras 
un puente indestructible 

mi táctica es 
quedarme en tu recuerdo 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
pero quedarme en vos 

mi táctica es 
ser franco 
y saber que sos franca 
y que no nos vendamos 
simulacros 
para que entre los dos 
no haya telón 
ni abismos 

mi estrategia es 
en cambio 
más profunda y más 
simple 

mi estrategia es 
que un día cualquiera 
no sé cómo ni sé 
con qué pretexto 
por fin me necesites.

martes, 23 de julio de 2013

Estación de Tren.

Por fin, lo he encontrado. Sentado en una estación de tren encuentro por fin el sentido de la vida. Es el momento mas feliz de mi vida pero no tengo con quien compartirlo, y de aquellos de los que estoy rodeado son completamente desconocidos para mi:

     -Desde el final de la estación un grupo de adolescentes gritan mientras miran todas juntas la pantalla de un móvil. Ríen, hablan y se gritan. Parecen ser felices. Un poco mas cerca, me encuentro con un hombre de otra época. Libro en mano y con un gran bigote en su cara mira a su alrededor sin entender nada, abre su libro y se encierra en su época de nuevo. Se oye una voz de una mujer por todo el pasillo, avisando que nuestro tren llegara en apenas cinco minutos. A mi lado, en mi mismo banco, se encuentra una mujer con un bebe. La mujer no se da cuenta pero el bebe no para de agarrar mi abrigo y mirarme con una sonrisa sin dientes. Yo añorando mi niñez le devuelvo la sonrisa; un poco menos sincera, un poco menos de todo... La mujer por fin se da cuenta de las travesuras del bebe y sonrojada me pide perdón en quince idiomas distintos, yo con una sonrisa en mi cara me echo a reír. Le digo que no pasa nada, que no se sonroje ya que me encantan los niños y sus travesuras.
 Mas alejado me encuentro a otro niño pero este ya parece un poco mas mayor, parece tener de entre ocho a diez años de edad. Tiene una carpeta en su brazo y un pincel en la mano. Con el pincel parece como si dibujara en el aire haciendo surcos por completo por toda la estación. La estación estará repleta de dragones, caballeros y princesas que salvar. Es agradable. Seguro que a mi lado habrá una guerra entre dos reyes y cerca del hombre con bigote cientos de hombres a caballo pasaran gritando el nombre de alguno de ellos. Los monstruos eran malos y los príncipes eran buenos. La vida era tan sencilla en aquel entonces.

Al fondo de la estación, para sorpresa mía me encuentro conmigo mismo. Mirándome directamente a los ojos. Apoyado sobre mis rodillas y con las manos en la frente pienso si todo ha valido la pena. Hubo una persona una vez que me dijo que mis ojos no ocultaban nada, que eran tan oscuros que hasta el mínimo brillo relampagueaba y hacia ver todos mis oscuros secretos. Ahora cuando miro al fondo de la estación en el espejo solo veo a un hombre cansado, sentado solo. No hay gritos de adolescentes a la izquierda y no hay niño con pincel con aventuras en la cabeza a la derecha. El hombre con bigote y cara arrugada ha desaparecido y la madre con su bebe se fueron también. Siento todavía las arrugas en mi abrigo provocadas por las manos del bebe y creo escuchar la risa vergonzosa de su madre. Ahora me siento un poco menos solo. He encontrado el sentido de la vida sentado en una estación de tren abandonada. ¿Ha valido la pena? 

Se oye la voz de una mujer por toda la estación. El tren que estoy esperando no existe. Me levanto empujándome sobre mis rodillas, me coloco el sombrero y recojo del suelo mi maleta. Haciendo un esfuerzo me dirijo hacia la salida pero la salida esta iluminada por completo por una luz blanca y no puedo ver mas allá. Llego a la salida y mirando de nuevo hacia la estación me doy cuenta de que esta está completamente a oscuras y que solo se ilumina por la luz de la salida. Suspiro y me atrevo a salir de ella. 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Verde.

¿Qué es esta sensación? ¿Qué es lo que mi alma quiere sentir? Ha pasado mucho tiempo desde que me pare a escuchar tu voz, bella amiga. Ahora ya casi ni te entiendo, ni llego a comprender lo que me dices. Ahora cuando te necesito, cuando realmente quiero hablar contigo... te encuentras muy lejos. Te siento, Oh, siento el eco de tu grito sordo, siento tu voz de añoranza. Sé que te aparté de mi lado para no sufrir, pero ahora prefiero sentir dolor a no sentir nada. A no sentir este hastío y vacío que se ha quedado tras tu marcha por el camino del olvido.
 Anoche me paré, y alzando mi rostro deje que las gotas de lluvia lo mojaran para ver si así se limpiaban mis pensamientos o si la misma marea se los llevaba directamente. Para que me sirve ahora el pensar si no tengo la capacidad de sentir. Te lo ruego, vuelve a mi lado. Hazme sentir dolor, alegría y felicidad.
Mi árbol esta marchitado, las hojas que florecieron se han marchado cayendo al vacío que se encuentra debajo de mis raíces. Tú, luz, ¿Porqué te has apagado? ¿Porqué no vuelves a iluminar mi tronco roto y mis ramas secas?  Ayúdame a volver a tener flores por que sin ti no puedo. No diré, ni llegare a mentir diciendo,  que te fuiste por voluntad propia, sé que fui yo quien te obligo a marchar. Antiguamente en estos lugares había mucha vida, tu se lo dabas a todo, pero después de que te fueras, me fui quedando solo... hasta el suelo se fragmento en mil pedazos y solo un trozo  se quedo a mi lado, aunque pienso que solo se mantiene a mi lado por que yo con mis raíces y mi ignorancia lo agarro con todas mis fuerzas.

¿Qué pasará si un día no encuentro las fuerzas para seguir sujetando esta piedra?

viernes, 1 de marzo de 2013

Las lágrimas de Sophie

Eran las ocho de la mañana cuando sonó el despertador. Sophie se despertó como siempre, sin pensar, sin haber soñado nada. Se estiro y estuvo pensando en la ropa que iba a ponerse aquel día. Cuando se dio cuenta ya habían pasado los veinte minutos que debía gastar en ello y se fue al baño. A las nueves en punto sonó un timbre, marcaba el fin de la hora del aseo. Preparó su desayuno en quince minutos y en otros veinte, mientras miraba el canal "globe", desayuno. De diez a doce del mediodía trabajó en su puesto, que se basaba simplemente en recoger los residuos que dejaban a su paso las maquinas que recogían la basura por la noche. Levantó la mirada, y observando con atención creyó ver, entre el humo y la contaminación que había en ese momento, el edificio que pertenecía a la cadena televisiva Globe. Se decía que estaban subvencionados por el gobierno y que por eso tenían el edificio mas grande de todo la ciudad. Pero eso para Sophie no tenía mucha importancia. Terminó de trabajar y hundiendo un botón que tenía en su traje pudo minimizar a un tamaño insignificante las herramientas que utilizaba para limpiar las calles. De camino a casa decidió dar un paseo por el parque, pero al acercarse vio que no había arboles. Se acercó y le pregunto al guarda mecánico que donde estaban y este, con mucha amabilidad, le dijo que los hologramas de la primavera se habían roto y que al día siguiente estarían a la perfección  Ella se puso triste, pero inmediatamente saco de su bolsillo un pequeño televisor y se quedo mirándolo de vuelta a casa.

Cuando llegó a su piso fue hacia los buzones y conectando el móvil se descargó el correo que le habían enviado aquella mañana. Entró en el ascensor y se dio cuenta de que no estaba sola, entonces, con toda la amabilidad del mundo saco el móvil y saludo a su vecino por un chat. Su vecino le respondió con una cara sonriente y una pregunta acerca de si había visto el partido de la noche pasada. Cuando llegó el momento de bajarse del ascensor le envió un corazón y un beso, después guardo de nuevo el móvil en el bolsillo. Cuando llego a su casa encendió el ordenador madre que organizaba todas las tareas de casa, conectó su móvil y se dispuso, antes de hacer la comida, a leer el correo. Por desgracia para Sophie aquella mañana no había buenas noticias en su correo. Su padre y su madre habían muerto en un accidente de coche. << Tendré que comprarme un vestido negro para el entierro>> Pensó. Al instante, se puso a prepararse la comida, como era martes le tocaría comer ensalada. Después de comer decidió que sería una buena hora para ir de compras. Así que se fue toda la tarde a comprar el vestido negro para el entierro de la mañana siguiente y algunas cosas que "necesitaba". Después de volver de compras se dio cuenta de que había comprado mucha ropa, pero que entre toda no había nada negro, ni siquiera un sombrero. El entierro era al día siguiente, supuso entonces que no iba a ir mucha gente pues sus padres no eran muy amigables con la gente de aquellos de tiempos y decidió contratar una serie de personas para que le acompañaran durante el entierro. También contrato una orquesta, para así ambientar un poco mas el momento.

A la mañana siguiente todo transcurrió como siempre, se levanto a las ocho de la mañana, estuvo pensando que ropa ponerse, se ducho, se hizo el desayuno y se sentó a ver las noticias. Todo era igual excepto en una cosa, aquella mañana no iba a ir a trabajar sino que iría al entierro de sus padres. Se coloco un vestido de flores. <<Ya que no iba a ir de negro por lo menos iría con su vestido mas bonito>> pensó ella. Compro una rosa negra, para así aparentar su luto y se tomo dos pastillas de Prontharin. Prontharin era un medicamento que provocaba una sensación de dolor interno y que a su vez provocaba llanto y malestar. De camino al cementerio iba llorando sujeta a uno de los hombres que había contratado. Pensó en pedirle el numero, pues era un hombre esbelto, bello y un profesional en su trabajo. En la puerta del cementerio tuvo que elegir en que ambiente quería el entierro. Ella eligió un día soleado pues, no se iba a mojar el vestido de flores que era su favorito. A mitad del entierro, los hombres que había contratado se fueron, había terminado ya el contrato por el que habían sido pagados y no había ninguna necesidad de quedarse ahí  Sophie les despidió con mucha amabilidad. El efecto del Prontharin estaba también dejando de hacer efecto y se sintió como una idiota parada ante esos dos ataúdes que no significaban nada para ella. El resto del entierro se lo pasó pensando en que ropa se pondría mañana. Entonces empezó a escuchar unas carcajadas que provenían de detrás de las lapidas de sus padres. Entonces vio a un hombre mayor sentado, con ropa antigua y una sonrisa en la cara. Tomo valor y le preguntó:

- ¿Qué haces detrás de la tumba de mis padres y por que te ríes de mi anhelo?
- Lo siento si le he causado alguna molestia señorita. Pues, no era mi intención.
- ¿Conocía usted a mis padres?
-¿A sus padres? ¿Yo?. No, no creo que conozca a nadie de este tiempo-miró hacia el suelo y con tono de tristeza dijo- Tampoco creo que nadie se acuerde de mi.
- Pues entonces.. ¿Quién eres tú?
-Yo.. Yo soy el guerrero que nunca bajó la guardia. Soy el heredero al trono de mi país natal. Mi nombre es Augusto Herchel.  Aunque ahora me halle muerto en un lugar como este, antaño fui un temido coronel de las tropas de Holanda. Traicionado y asesinado por mi propio hermano. Vendido por mi mujer e hijos. ¿Yo? Ya no soy nadie, pues nadie nunca me quiso.
-Intentas engañarme. Yo conozco gente que jamás ha sido querida por nadie, pero que igualmente existen y son alguien. Forman parte de este mundo.
-¡¿Quién?! Quien tiene lugar en este mundo si no es querido ni amado. Quien se puede reconocer como existente si no tiene una cadena de amor que lo ate a este mundo.
-Yo tampoco he amado nunca.¿Por eso no tengo derecho a permanecer a este, nuestro planeta?
-¡¿Nuestro Planeta?! Con que mujer mas tozuda me he tenido que encontrar. Pues, no has amado por que vos, señora mía, no ha querido.
-¿Y qué si es así?
-Pues el amor es lo más bello que existe. Por amor se muere y por amor se vive.
-Yo llevo veinte años existiendo y no he amado a nadie, así que creo que usted se equivoca.
-¡¡Ahhh!! Que mujer. Usted no ha vivido ninguno de sus veinte años pues tampoco, pienselo bien, ha encontrado un sentido para existir. Desde el principio de su vida llego a este mundo muerta.
-Le pido que se disculpe, no acepto que alguien de su clase me falte al respeto.
- Yo no me disculpo ante piedras.
- Pero que me va a enseñar un muerto. El que muere no sirve para nada. Solo si se es muy grande se podría hacer jabón con él, pero para nada más.
- Yo fue traicionado por amor. Pues el amor es una espada de dos caras y es un vil compañero, pero, cuando se esta a su lado se sabe realmente lo que es  la felicidad.
- La felicidad no da dinero, pues como mucho lo quita. No tiene ningún valor para mi.
- La riqueza. ¿Es eso acaso lo que buscas?
- Pues he sido criada con ese fin y educada para competir y matar por el. Si tuviera que elegir lo elegiria a el como mi mas fiel acompañante.
- No creo lo que usted dice.
- Créalo. Pues es así.
- Entonces he venido aquí para nada. Pensaba que tu eras distinta. Pensaba, que tu corazón no sería esa fría maquinaria que han ido creando las bestias a lo largo de este tiempo y que yo he visto, llorando desde el silencio. No quise creer que tu alma ya estaba congelada, ni que este desierto helado de sentimientos hubiera hecho tanto estrago en ella. ¿Qué habéis hecho con el amor? El amor, el sol que iluminaba esta tierra, se ha apagado. ¡Lo habéis apagado! Lo habéis apagado.. para colocar en su lugar, al hastío, a la soledad. A esa terrible farola que no calienta pero que del mismo modo otorga luz. Habéis retirado el amor por que no podías dominarlo. Por que teníais miedo de no entender algo a la perfección. Pero no temas, el viento del tiempo te barrera, como me barrió a mí y como lo hará con muchos otros. Y tu no seras diferente a aquellos que niegan el amor y prefieren vivir en este mundo mecánico y helado. Ahora, se ha acabado mi tiempo. No puedo entretenerme más. Sophie, yo confió en ti. Se que eres diferente. Ama por encima de todas las cosas.

Entonces como vino, se fue. Se fue volviendo de un tono gris y sus labios se fueron apagando. Pero había algo que se mantenía. Aquella mirada, aquella mirada de esperanza que atravesaron los ojos de Sophie y llegaron al fondo de su alma, encendiendo en ella una hoguera. Entonces de entre los ojos de Sophie surgió una lágrima.

- ¿Lo ves? Estas llorando Sophie. Eso significa que no estaba equivocado. Yo he encendido esa hoguera ahora tu misión es mantenerla con vida.

Y mientras esa lágrima caía por su mejilla limpiando toda las impurezas que había acumulado a lo largo del tiempo.

-Lo haré.

Por fin, la sombra que quedaba de Augusto se desvaneció por completo y un viento atravesó el flequillo de Sophie. Un viento cálido que estuvo durante unos segundos con ella, para después marcharse en dirección al Sol que se estaba poniendo.  

-Oh Augusto, siento tu hoguera en mi interior. Siento como puedo ver el mundo que antes no veía. Descongelare mi alma al completo y le quitare los engranajes a mi corazón para que lata salvaje y libre. Tu me has enseñado el verdadero poder que hay en la naturaleza y yo me encargare de transmitirlo a los demás.
Nunca mas tendré un corazón de hierro.

A la mañana siguiente sonó el despertador, y abriendo la ventana lo soltó desde su octavo piso y, observando con alegría, lo vio romperse contra el suelo. Los transeúntes que pasaron por la calle se quedaran boquiabiertos del comportamiento de aquella mujer, pero eran fieles a su televisor, así que tomaron el tema como una cosa sin importancia.

 Se coloco unos baqueros azules y una camisa corta pues hacia un día maravilloso. Cogió entonces sus zapatos y se puso andar...

jueves, 28 de febrero de 2013

Cartas Perdidas : El viaje a la aldea cercana.

Helios después de pasar toda la noche sin poder dormir, pensando en aquello que había oído a los ancianos hablar, decidió que viajaría a un pueblo cercano y preguntaría a las personas mayores si conocían algo acerca de los forasteros. Helios halló su oportunidad un día en el que  el amo Qüeg necesitaba unas hierbas especiales para un ritual que tenia que realizar la mañana siguiente. Qüeg mandó a Helios a una aldea que se encontraba a varías horas de camino. Helios decidió salir temprano para poder estar de vuelta a la aldea antes de que anocheciera y poder dar de comer a Patontes. Pues tampoco era muy entusiasta de caminar por el desierto por la noche.

Preparó una mochila con dos botellas de agua y un bocadillo de Pan duro relleno de pollo y un huevo frito. Al salir de la Aldea sintió como su espíritu de aventurero iba creciendo, pues Qüeg jamás le había mandando que viajara a otra Aldea y mucho menos se lo hubiera ocurrido mandarlo  solo. Se sintió libre durante unos minutos, pero después de haber andando un buen rato, frunciendo el ceño se juro así mismo que este era un momento perfecto para iniciar su investigación acerca de los forasteros. Cuando llevaba varias horas andando encontró un objeto que no llegaba a comprender, se encontró pues una llave inglesa metálica, ya oxidada con un tono gris y corroída por el tiempo; Helios perplejo cogió aquel objeto que apenas entendía y lo introdujo con mucha delicadeza en el interior de su mochila. Al andar fue notando el peso extra que añadía aquel objeto plateado, dolorido por la cinta que le unía a la mochila decidió que era un buen momento para comer, pues justo en esos momentos el sol estaba en su auge y según había oído no era recomendable andar a esas horas, pues sería un suicidio. Abrió su mochila y en apenas diez segundos se terminó su primera botella de agua. Se comió primero el huevo frito pues era su comida favorita, luego sin mucho reparo cogió también el bocadillo de pollo para comérselo, pero se dio cuenta que estaba mas duro que antes y era casi imposible comérselo como un bocadillo, así que separo el pollo del pan y se lo comió, aunque el pollo también estuviese como una piedra. Después de comer hizo una pausa y encontrado sombra detrás de un baobab se durmió.

Cuando se despertó se dio cuenta de que le había cogido la tarde y que en menos de tres horas el Sol se escondería para dar paso a la noche. Se dio cuenta de que no llegaría a tiempo para dar de comer a Patontes a su hora, así que el pobre animal tendría que pasar un poco de hambre hasta que el llegara, también se dio cuenta de que si quería llegar antes del amanecer del día siguiente, tendría que andar durante la noche por muy poco que le gustase. Así, después de tres horas andando, llego a la aldea vecina, dejando a sus espaldas el cielo anaranjado del atardecer. Se dirigió exclusivamente a la choza de la herborista que le había dicho Qüeg que visitara cuando llegara. La herborista le estaba esperando en en el salón de su casa. Le entregó una bolsa llena de hierbas e invitó a Helios a que se tomara un té con miel y limón con ella. Helios no se pudo negar era su Té favorito. Cuando la Luna llego a su punto mas alto se dio cuenta de que era hora de empezar su camino de vuelta a la aldea, a pesar de las recomendaciones de la herborista, que le intento convencer diciéndole que por la mañana iba a salir un camello con mercancías para su aldea y que ella le conseguiría colar en un puesto cómodo para que no tuviera que andar otra vez ese largo camino. Pero Helios se negó lo tenia que hacer por la noche, no tanto por Qüeg si no por Patontes que llevaba dos días sin probar bocado. Cuando estaba saliendo de la aldea no llego a sentir la misma sensación que embriago su cuerpo cuando salia de Taku Maku si no una muy contraria,  un miedo continuo de que la oscuridad que se encontraba frente a él, le devoraría. Encendió una antorcha que tenia para casos de emergencia y con la tenue luz pudo andar por el sendero que se había generado por el paso de cientos de viajeros a lo largo de todo este tiempo.

En su mochila apenas llevaba unas especias y tres botellas de agua, para poder prepararse una sopa a mitad de la noche si le entraba el hambre. Tuvo que esconder la llave inglesa en el fondo de la mochila para que la herborista no la viera. Helios tenía los pies agarrotados, hacía un frío glacial en las estepas de aquel desierto, las arenas se movían continuamente por el breve paso de un viento estival. A no mas de tres días de viaje nos encontraríamos las montañas heladas del sur, que transmitían el frió de sus cumbres a las aldeas que estaban en el valle. Cabe decir que esas montañas no eran las únicas pues había cuatro mas las del Norte, las del Este y las del Oeste. Todo esta cadena montañosa creaba un valle en su interior, en la cual habitaban seis aldeas diferentes. 

Helios al pensar que volvería antes del anochecer, no se fue preparado para pasar aquel frió, ya que llevar exceso de ropa sería una incomodidad en el viaje  y eso le hubiera retrasado, pero ya daba igual. Ahora tiritaba de frío mientras maldecía a los cielos por aquel frío helado. Nunca hubiera imaginado que se podría pasar del calor abrasador al frío absoluto. Helios decidió pararse, hacer una hoguera y cocinar la sopa para poder entrar en calor. Cuando estaba en plena búsqueda de leña con la cual hacer la hoguera, alrededor suyo empezó a escuchar unos movimientos. Detrás de un pequeño arbusto algo se movía, pensó que sería un zorro del desierto o una serpiente dorada ya que solían salir de noche para cazar. El ruido cesó y los nervios se apoderaban del cuerpo de Helios. El ruido que ahora habitaba aquel lugar era mucho peor que el de antes, era el ruido del silencio, aquel ruido que precedía a la tormenta, que ahora se convertiría en un zarpado o en un mordisco de las fauces de cualquier animal. Sabía que si la serpiente le mordía estaba perdido, no tenía los remedios de Qüeg para poder curarse de la maldición que estaba daba con su mordisco. Después de pasar un buen tiempo observando los arbustos se aseguró con un palo de que no hubiera nada ahí y que le pudiera estropear la cena. Al no ver nada, se puso a preparar la sopa con las especias de la mochila y algunas hierbas que acaba de recoger. Mientras hacía la sopa volvió a escuchar repetidamente los ruidos en el matorral,  pero en todas las ocasiones nada ni nadie surgió de detrás de aquel matorral. Se tomó la sopa rápidamente y se puso a andar a una velocidad extraordinaria, ando a tal ritmo que en una hora había abarcado lo que en la ida le había llevado tres . Sabía que si seguía a ese ritmo llegaría a la aldea incluso antes del amanecer. Cuando llevaba cuarenta minutos andando, empezó a escuchar una especie de eco que le seguía cuando andaba. Algo o alguien le estaba siguiendo. Escuchó con atención y pudo sentir los movimientos torpes y lentos del ser que le seguía, incluso en una ocasión le pudo escuchar tropezar y caerse.  Empezó a andar mas rápido, la locura se apoderaba de su mente, creyó en varías ocasiones que eran alucinaciones suyas y que su mente le estaba pasando una mala jugada. Se dio la vuelta rápidamente una o dos veces y en las dos no vio nada. Asustado empezó a correr con todas sus fuerzas. A los quince minutos de haber empezado a correr, se paro exhausto, se arrodillo frente al suelo y con las manos en la frente empezó a suplicar a la madre tierra que lo protegiera. Escuchó entonces como una vieja rama de un baobab se rompía a menos de diez pasos de él. Apuntó con la antorcha, pero no había nadie en la oscuridad. Entonces se acordó de las trampas para animales que había en las afueras de su aldea. Él mismo había colocado unas cuantas y se acordaba perfectamente de donde estaban. Decidido que no eran imaginaciones suyas, fue en dirección de aquellas trampas para conseguir atrapar y averiguar que era lo que le llevaba siguiendo todo el camino. Cuando vio que estaba cerca de las trampas, apagó la antorcha y agudizo la vista para no caer el mismo en ellas, se escondió detrás de unas rocas y espero a que la bestia cayera en la trampa. No paso mucho tiempo, hasta que escucho que uno de los hilos se tenso y empezó a recogerse con mucha velocidad, empezó a escuchar los ruidos y gemidos que el animal generaba. Entonces cogió un palo del suelo y se encontró con un humo intenso que había producido el animal al retorcerse. Intento apartar parte del humo con sus manos, pero este, era bastante intenso y tuvo que esperar a que se disipara solo. El humo se disipo poco a poco. Para sorpresa suya se encontró con un hombre y no con un animal como el pensaba, miró su ropa y asombrado de lo extraña que eran se dio cuenta que aquel hombre no pertenecía al valle de las seis aldeas, era sin duda, el forastero.

sábado, 23 de febrero de 2013

El teatro de la vida.

La felicidad es un instrumento en una gran orquesta. Esta orquesta esta compuesta por cada momento de nuestra vida.

Podemos encontrar un tambor rotundo y triste que con su sonido intenta romper el silencio creado por la soledad. También el amor de un violín danzando con alegría por el aire, que nos hace vivir, que nos hace morir, pero cuando la felicidad suena, ese pequeño instrumento ahora convertido en el mas grande  de los gigantes todos los demás instrumentos se silencian y dejan que ella tenga su momento. Se hace notar pues es fuerte y leve al mismo tiempo, ágil pero pesado, cuando la felicidad está ahí todo lo demás no importa.

El fin último de cada ser humano debería de ser conseguir tocar ese instrumento del mismo modo que lo hace el viento. Pero, cada humano es diferente y podemos encontrarnos: autores, aquellos que solo quieren la felicidad para los demás; artistas y protagonistas de la obra, eudemonistas de nacimiento en busca de esa felicidad máxima; y los que observan, desde el palco helado de la sombra creyéndose felices con su dinero y su falsa propiedad. Pero saben que cuando vuelvan a casa su alma y su sombra se quedaran en la ópera ya que es el lugar de la felicidad. Y volverán solos, pues es así como vinieron.

Pues el dinero y las posesiones no otorgan la felicidad, aunque, como he dicho antes, hay demasiada gente en este mundo para generalizar. Y lo que para algunos es una tragedia para otros es una comedia y lo que para uno es bueno para otros es malo depende de las gafas por las que se mire.

La felicidad igualmente es último y único fin que tenemos todos los humanos del mundo. Y a veces es fácil de conseguir y en otras es como subir la montaña mas alta del mundo, pero igualmente cuando llegas al final de esta escalera te encuentras con la recompensa.

Mi fin último es ser feliz. ¿ Cuál es el tuyo ?

Caminante no hay camino, se hace camino al andar..

domingo, 17 de febrero de 2013

Cartas Perdidas.

Helios volvió a casa después de pasar la mayor parte de su tarde jugando con el huargo, tuvo que esconderlo al volver a casa, por que si Qüeg se enteraba de que tenia una mascota, además de sacrificar al pobre Patontes haría que Helios recibiera 7 latigazos, como era normal en la aldea. Escondió a Patontes en una caja de zapatos, y se fue corriendo en dirección al pie de la montaña que era donde vivía el amo.  De camino a casa vio a dos ancianos discutiendo, en un tono bastante bajo, por lo que Helios promovido por esa inmersa curiosidad que solo se encuentra en los niños se acerco discretamente por un callejón paralelo al cual se hallaban los dos ancianos hablando :

 -¿ Estás seguro de eso Josúe ? - le preguntaba un anciano al otro

 + De lo mas seguro. Al volver mi primo Bend de cazar me dijo que había visto forasteros mas cerca que nunca, que parecía que habían violado el tratado que se firmo...

 La voz del anciano se fue apagando, como se apaga la vida de un insecto encerrado en un vaso con humo en su interior, y Helios, con angustia e intriga se fue acercando cada vez mas, hasta que sin mirar bien donde estaba apoyado, su mano resbalo y su cuerpo completo fue detrás de ella, cayo desde mas de 2 metros y el ruido se escucho a mas de dos manzanas. Los ancianos al oír aquel ruido, se acercaron a ver que había pasado pero no encontraron nada mas que paja aplastada. Helios había salido corriendo, y se encontraba ya a varias decenas de metros de aquel incidente, sabia que si los ancianos se enteraban que el había escuchado parte de la conversión no durarían en exiliarlo, o castigarlo a doce latigazos en el centro de la plaza, pero el propio Helios se pregunto que significaba aquello que acaba de oír . < Forasteros.. ¿ Que sera un Forastero ? > Se preguntaba a si mismo.. < Sera una especie de Dragón alado, que escupe fuego..   y que además tiene alas tan grandes como dos campos de arroz. >. Así anduvo largo tiempo hasta llegar al recibidor de la casa de Qüeg.

Cuando llego al recibidor se limpio los pantalones llenos de arena y se sacudió un poco el pelo, entro con la mas alta sonrisa como si no hubiera escuchado nada.

Saludo a Qüeg que en ese mismo instante recibía a dos montañeses que venían desde muy lejos, Helios pregunto a los invitados si querían te y pasas para acompañar el encuentro, ellos rápidamente le contestaron que no, que se tenían que ir ya, si no la noche les cogería de vuelta a su aldea.

Cuando los invitados se fueron, Helios estaba fregando los platos sucios de la comida, Queg se acerco y le pregunto:

- ¿ Dónde has estado toda la mañana pequeño esclavo ?

+ Ya sabes, he ido a jugar un poco a las afueras de la aldea y a comprar huevos y pan que faltaban en la despensa.

- Eres un chico raro, no te relacionas con los demás y aún así sales a jugar solo..

+Es que tengo mucha imaginación.. - Dijo con una especie de mueca en vez de boca-. Además, vos amo, tampoco os relacionáis mucho con la gente de la aldea pero aun así admitís las visitas que vienen de fuera.. ¿ Eso porqué ?

-Los que viven aquí nunca tienen noticias, siempre están en su mismo circulo dando vueltas de un lado para otro siempre contando lo mismo siempre trabajando en lo mismo, al menos, los extranjeros de otras aldeas siempre me cuentan leyendas o cuentos distintos de los que se cuentan aquí.

+ Pero al menos los que viven aquí viven seguros.. ¿ No ?

- Seguro, seguro seguro.. y qué si lo es, si intentamos vivir en la seguridad te aseguro que aquello ni si quiera podrá recibir el nombre de vida, lo seguro muy a menudo esconde su segundo significado.. aburrido. Lo seguro no es vida y aquel que lo crea, esta verdaderamente loco. Si encierras a un pájaro en una jaula de hierro, el pájaro vivirá seguro, pero perderá su libertad a morir, ¿ pues no es eso lo mas bello?.

Helios en ese mismo instante se dio cuenta del porqué visitar a su amo y no a otro cuando tuviera dudas.




viernes, 18 de enero de 2013

Cuentos en verso, para niños perversos.



Caperucita Roja y el lobo

Estando una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a casa de la Abuela.
<<¿Puedo pasar, Señora?>>, preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: <<¡Este me come de un bocado!>>.
 Y, claro, no se había equivocado:
 se convirtió la Abuela en alimento
 en menos tiempo del que aquí te cuento.

 Lo malo es que era flaca y tan huesuda
 que al Lobo no le fue de gran ayuda:
 <<Sigo teniendo un hambre aterradora…
 ¡Tendré que merendarme otra señora!>>.
 Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
 gruño con impaciencia aquella fiera:
<<¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva
 –que así llamaban al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no es España–.
Y porque no se viera su fiereza,
 se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso gran falda gris de vuelo, zapatos,
sombrerito, una chaqueta y se sentó en
espera de la nieta.
Llegó por fin Caperu a mediodía
 y dijo :<<¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!>>.
 <<Para mejor oírte, que las viejas somos un poco sordas>>.
<<¡Abuelita, qué ojos tan grandes tienes!>>.
<<Claro, hijita, son las lentillas nuevas, que me ha puesto para
que pueda verte Don Ernesto el
oculista>>, dijo el animal mirándola con
gesto angelical mientras se le ocurría
que la chica iba a saberle mil veces más
rica que el racho precedente.

 De repente Caperucita dijo:
<<¡Qué imponente abrigo de piel llevas este
invierno!>>. El Lobo, estupefacto, dijo:
<<¡Un cuerno! O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablar de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo…? Oye, mocosa,
 te comeré ahora mismo y a otra cosa>>.
 Pero ella se sentó en un canapé
 y se sacó un revólver del corsé,
 con calma apuntó bien a la cabeza y – ¡pam! –
 allí cayó la buena pieza.

Al poco tiempo vi a Caperucita cruzando
por el Bosque… ¡Pobrecita! ¿Sabéis lo
que llevaba la infeliz?
 Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bobo.

Enamorable giro de la historia que hace Ronald Dahl en el cuento de Caperucita Roja, si algunos no saben quien es, entonces, cabe aclarar que es el escritor de "Charlie y la fábrica de chocolate", un cuento que todo niño o niña o incluso un adulto debe leer ( Aunque este lo hará con unos ojos muy distintos. )

viernes, 11 de enero de 2013

Historia : Cartas Perdidas.

En un tiempo lejano.. en dirección al oeste, cruzando montañas y mares existe una colonia de personas ajenas a toda civilización moderna.

Era la tribu de los Taku Maku, una tribu situada a mil millas de toda población industrial, situada en los montes mas altos jamas existentes donde el paso humano nunca ha sido nada negativo, donde los arboles crecen hasta tocar el mas bello cielo y los animales se relacionan con total tranquilidad. Existe un muchacho, joven  y revoltoso, con el pelo castaño y arrugas en los dientes, flaco y poco nutrido pero con sinceridad en la mirada. Como única familia tenía a su amo, un viejo chaman loco y cascarrabias que respondía al nombre de Qüeg, era antisocial y no se relacionaba muy a menudo con la gente de su poblado.. no hacía mas que ir de casa a la montaña y de la montaña a casa, aunque fuera un hombre poco social era sabio y muchas personas procedentes de aldeas próximas se acercaban caminando varios kilómetros por el sendero que les separaba de la aldea de aquel chaman.

Nuestro joven se encontraba en aquellas tristes tardes de verano jugando con un joven huargo el cual había encontrado semanas pasadas, este huargo de piel blanquecina no se camuflaba muy bien con el aspecto árido y seco de lo que eran las tierras próximas de la aldea en aquellos momentos, nuestro joven sospechaba que el huargo se había perdido semanas atrás de su madre y que desconcertado se había encontrado con el y se había imprimado de tal manera que ya no podía separarse de nuestro joven. Nuestro compañero de viaje, es decir el pequeño muchacho respondía por el nombre de Helios. Jugaba a tirarle un hueso de un rinoceronte que habían cocinado la noche pasada, el huargo iba y venia con total felicidad trayendo el mismo hueso una y otra vez. El huargo al cual puso de nombre Panontes, era un fiel amigo, cuando lo miraba le recordaba constamente a el mismo viéndose como un huargo solitario abandonado por todos y rechazado por la misma suerte.

Helios tenía una edad de apenas 156 meses lunares lo que correspondería en años solares, aproximadamente, unos 12 años. Eran un joven bastante revoltoso, sufría de una constante curiosidad lo que le había llevado a unas innumerables aventuras. Helios tenia el sueño de que cuando fuera mayor viajaría a las Tierras mas halla de la frontera donde los viejos sabios cuentan historias que albergan monstruos que escupen fuego y bestias enormes que se comerían a una persona en cuestión de segundos, pero Helios no les temía, decía que todo hombre en alguna ocasión de su vida tenía que enfrentarse con una bestia insuperable, para poder saber que todo el tiempo que lleva caminando lo ha hecho correctamente. Helios no podía irse de un día para otro pues era esclavo, no tenía  ni padre ni madre y fue encontrado, echado en el suelo tiritando por el frió de una gélida noche, en una cesta a medio podrir. Su dueño, por haber otorgado 3 cabras y 2 cerdos, era Qüeg el cual a una edad de 40 años se sentía ya basante viejo.

Pero a Helios no lo encontró Qüeg, lo encontró una mujer... la mujer que lo encontró lo escondió de todos los hombres de la aldea pues lo habrían definido como una superstición de mala suerte y lo habrían sacrificado a sus dioses para las buenas cosechas y para los buenos años siguientes. El niño ahora cálido en su hogar dormía plácidamente  pero ella no veía por ninguna parte algo que lo identificara o que por lo menos dijera cual era su nombre, la mujer haciendo ironía a la vida le coloco el nombre del dios griego del sol, Helios. Lo crío como un hijo hasta la edad de 1 año, hasta que una terrible tormenta hizo que la señora tuviera que hospedar a 2 hombres en su humilde morada, la señora era amable y les invito a cenar. Se sentaron todos en la mesa, ella intentaba hacer todo el ruido posible para que no escucharan los gritos de hambre del pobre Helios. Cocino patatas con cebolla una comida pobre y sin sabor que habia aprendido de su madre, tomaron un te y discutieron sobre como el temporal habia cambiado en aquellos meses de otoño. La mujer con muy buenos modales les intuyo que estaba cansada he hizo el gesto de irse a dormir, los hombres la siguieron y cada uno se fue a su respectiva habitacion.

Entonces uno de ellos ya hacía plácido en los brazos de Morfeo cuando una ruido extraño y perturbador lo despertó, era Helios que pedía a gritos una gota de leche. La mujer a pesar de todo, intento con todos sus esfuerzos  que Helios se callara cantándole una canción de cuna pero ya era tarde el hombre ya hacía apoyado en el borde de la puerta mientras la miraba con un aire de superioridad.

- Por favor, no se lo digas nadie, por favor, él es mi vida.. no podría vivir sin él.

El hombre sin hacer gesto alguno volvió al interior de la habitación, y se volvió a acostar. La mujer miro a Helios y lloró de la emoción dándole un abrazo con todas sus fuerzas. Al día siguiente, en la misma mañana apareció un grupo de 4 personas entre ellos estaba : Qüeg, los dos hombres que durmieron la pasada noche que se llamaban Ernil y Theron y la mujer de Theron, la mujer cogiendo a Helios atravesó la casa lo mas rápido que pudo y encerrándose en su habitación con llave se puso a llorar, escondió a Helios en un armario y rezó para que no lo encontrasen, le beso la frente y cerrando el armario lentamente le susurró :

- Te quiero Helios.

Los hombres intentaban entrar en la habitación de todas las maneras posibles, y dando patadas y puños se abrieron paso rompiendo la frágil cerradura. Therón y Ernil se encarnaron con la pobre mujer violándola una y otra vez, uno tras otro, mientras Qüeg observaba todo medio encorvado desde el final de la habitación, la mujer de Therón busco joyas y alimentos algo con lo que se pudiera realizar un trueque hasta que por fin, en el peor de los momentos, abrió aquel armario y se encontró con un pobre bebe de apenas 13 meses lunares, y eso señores, era el material mas valioso para el trueque.
La mujer lloró y lloró pero los grandes sabios no estaban a favor de la muerte de uno de sus miembros así que sintiéndolo mucho la obligaron a marcharse a Tierras mas halla de la frontera. En el momento de la subasta de Helios muchos apostaron, pues tener un esclavo era lo mas útil en esas tierras, pero nadie apostó tan alto como el propio Qüeg.

Así que Helios estaba encadenado a esta civilización, hasta que su amo Qüeg no le liberara.

lunes, 7 de enero de 2013

Historias : El profesor.

Erase una vez en un Noviembre no muy antiguo, en una clase de informática se habían puesto a dialogar profesor y alumnos sobre como los chicos veían su futuro próximo y que tenían preparado para ese futuro. El profesor llamémosle Doc y sus alumnos por no incurrir a situar nombres comprometidos simplemente los enumeraremos del 1 al 4 estaban en una larga charla cuando se dispuso Doc a preguntar a cada uno de sus alumnos por separado.

El profesor preparo su despacho, aparto todos sus muebles incomodos y recogió de la mesa algunos examenes que había estado corrigiendo la hora anterior, vio que 4 de sus alumnos casi no habían hablado y uno a uno les fue llamando por que para él, le era muy interesante lo que los chicos pensaban de su futuro.

Doc : Bueno y tu "alumno 1" que quieres ser de mayor y que quieres conseguir en esta vida.

Alumno 1 : Yo, cuando sea mayor, quiero ser un astronauta o un científico muy importante que pueda calcular muchas cosas y también poder crear otras cuantas.. espero ganar mucho dinero y conseguir el premio nobel de física antes de terminar la carrera.

Doc : Bueno eso suena interesante.. espero que lo consigas.

El profesor decepcionado por la respuesta de su alumno fue llamando al resto que esperaba en el pasillo.

Alumno 2 : Yo espero hacer una carrera, para ser una mujer independiente, no tendré hijos por que dañan tu cuerpo y ademas te quitan todo el tiempo del mundo...  también espero estar con un novio que tenga mucho dinero y que ademas sea muy guapo con el cual viajare por todo el mundo en busca de aventuras que contar a nuestros nietos..

Doc : Acaba usted de decir que no piensa tener hijos.. ¿ Cómo entonces piensa tener nietos ?

Alumno 2 : Pues adoptaremos algún niño cualquiera, pero eso si, que sea muy guapo, no puedo gastarme todo mi dinero en hacerle operaciones a mi hijo hasta que este guapo.. espero que sea rubio con ojos azules.. bueno yo quiero tener esta vida.. y seguramente la consiga.

Doc : Gracias, de acuerdo podrías por favor decir al alumno siguiente que pase.

Alumno 3 : Que... cómo veo mi vida dentro de un par de años.., pues mire si le soy sincero la veo lleno de problemas, lleno de deudas que pagar, me veo con una mirada triste y sola, por que seguramente mis amigos ya me hayan traicionado, ... pero sabe que, me da igual pienso ser un ingeniero perfecto, no me casare lo admito, pero pienso tener hijos y pienso tener a la misma mujer en mi cama cada noche, noche tras noche.. yo pienso que el casarse solo son cadenas para tu acompañante sentimental ¿ me entiendes ? que en vez de colocar un anillo parece que le colocas unas esposas.. sabes que teme la gente que no se casa, la inseguridad, la inseguridad de no poder controlar a su mujer o a su marido para que este se vaya con otra... pero sabe que, yo no creo en eso yo creo en el verdadero amor.. yo creo que si dos personas deciden compartir su vida no hace falta un papel que firmar simplemente unos labios que besar..

Doc : Interesante forma de pensar.. gracias por su tiempo, y dígale al cuarto alumno que entre.

Este último alumno mas tímido que los demás no hablaba casi nunca en clase, ahorraba sus comentarios para el y para su madre que era su compañera de charlas, pero en esta ocasión al verse solo en un cuarto con un profesor decidió que era el momento adecuado para hablar.

Doc : Dime, que tienes pensado ser cuando seas mayor.

El chico, medio enrojecido le miro a los ojos, su pelo castaño brillaba a la perfección y el claro de sus ojos hizo que sus palabras se introdujeran en lo mas profundo de Doc. El chico le miro y le dijo :

Alumno 4 : No sé donde estaré, no sé que estaré haciendo ni con quien estaré compartiendo el momento, solo sé que seré una cosa...-Hizo una breve pausa y mirando por la ventana respiro fuerte, y volviendo al tema y devuelta al despacho de aquel profesor terminó..- Seguro.. que soy feliz.


domingo, 6 de enero de 2013

Aviso a los navegantes.

Si pudiera vivir nuevamente mi vida, 
en la próxima trataría de cometer más errores. 
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. 
Sería más tonto de lo que he sido, 
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. 
Sería menos higiénico. 
Correría más riesgos, 
haría más viajes, 
contemplaría más atardeceres, 
subiría más montañas, nadaría más ríos. 
Iría a más lugares adonde nunca he ido, 
comería más helados y menos habas, 
tendría más problemas reales y menos imaginarios. 

Yo fui una de esas personas que vivió sensata 
y prolíficamente cada minuto de su vida; 
claro que tuve momentos de alegría. 
Pero si pudiera volver atrás trataría 
de tener solamente buenos momentos. 

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, 
sólo de momentos; no te pierdas el ahora. 

Yo era uno de esos que nunca 
iban a ninguna parte sin un termómetro, 
una bolsa de agua caliente, 
un paraguas y un paracaídas; 
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano. 

Si pudiera volver a vivir 
comenzaría a andar descalzo a principios 
de la primavera 
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño. 
Daría más vueltas en calesita, 
contemplaría más amaneceres, 
y jugaría con más niños, 
si tuviera otra vez vida por delante. 

Pero ya ven, tengo 85 años... 
y sé que me estoy muriendo
.


Poema de Don Herold.


         Este poema me ha dado que pensar en esta vida y el paso de muchas personas por este camino, por esta antigua película.. este valle lleno de precipicios y de grandes lagos cristalinos.

Escuche una vez que lo importante no es el destino si no el camino que te lleva a el, las piedras y charcos que pisas para conseguir llegar al final de este sendero. La desnudez de tus pies ante este suelo marchito.. que no deja que se agrieten si no que los cura y los envuelve en su paño mágico, muestra tu disposición a andar este sendero... más hay personas que cubren sus pies de cuero, acero y tela. Personas no dispuestas a afrontar este final que es el mismo para todos.. y que no hace mas que dar vueltas en circulo a un pozo ya seco. 

Pues todos al final, cuando ya lleguemos a la dulce casa de chocolate y de caramelos que se encuentra en el fin del sendero.. no encontraremos una cruel bruja anciana, si no que esta, es amable y no rechaza la mano de ningún hombre, pero esta señora pide un peaje, pide que le respondas a una simple pregunta que ella misma formula a través de sus labios, ella pudiendo ver tu alma y el transcurso de tu vida podrá saber si mientes o no. 

- Querido.. ¿ Fuiste feliz allá de donde vienes.. ?. 

Pues prepárate y vive la vida.. pues tu final lleva escrito desde que naciste.. y nadie ya puede cambiarlo simplemente vive y se feliz, lucha, patalea, muerde, ataca a todos aquellos que no permitan tu felicidad y que se antepongan a ella. 
Tu eres la única persona encargada en ello y no la dejes en manos de los demás.. pues cuando llegue el momento no estés triste si no feliz... alegre y completo.. y piensa que seras tu y no lo demás el que tenga que contestar a la pregunta de la dama blanca.

Mereció la pena..